Los agustinos admiten los abusos de un cura que fue uno de los padres del balonmano español
La orden indemniza a dos víctimas de Ángel Escapa, que tiene una distinción olímpica del COE, una avenida a su nombre en Alicante y colabora ahora como “ayudante” en unas parroquias rurales de Huelva


EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es
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La orden de los agustinos ha admitido los abusos sexuales del padre Ángel Escapa, que fue provincial de la orden, profesor, director del colegio Agustinos de Alicante y fundador del equipo de balonmano del propio colegio en 1972 (el club se constituye oficialmente en 1979). La de los Agustinos Balonmano Alicante fue una de las canteras escolares más prolíficas del balonmano español, tanto que en diciembre de 2023, el Comité Olímpico Español (COE) le hizo a Escapa un reconocimiento oficial con una distinción olímpica en el que se le define como una “eminencia” de ese deporte. También fue el director de los campamentos de verano del colegio. Los agustinos han indemnizado a dos víctimas ―las que, de momento, han denunciado ante la orden y una de ellas también ante el Defensor del Pueblo― del cura que tiene una avenida a su nombre en Alicante (Avinguda pare Ángel Escapa agustino) y que dejó la dirección del colegio de manera repentina la primera semana de julio de 2021 y ejerce ahora de colaborador de tres parroquias rurales en Bellavista (Huelva) sin oficio pastoral, según la orden. El padre Ángel dejó el colegio pocos días después de recibir el correo electrónico que una de las víctimas le envió el 25 de junio de ese año. Los abusos, según denunció Juan (nombre ficticio para proteger la identidad de su familia), empezaron cuando la víctima estaba en primaria (finales de los años 70) y se prolongaron durante cuatro años, hasta BUP (el actual bachillerato). El agresor (nacido en 1944) estaba por aquel entonces en la treintena.
La orden empezó una investigación canónica que envió a Roma. Allí, según informa la propia orden a la víctima [sin enviarle, pese a que esta se lo pidió, ninguna comunicación ni documentación oficial del Vaticano], se decidió “no levantar la prescripción”. Sí se reconoce a las víctimas ―“aunque no ha habido proceso ni sentencia damos credibilidad a la denuncia de abusos sexuales contra el padre Ángel Escapa”, se lee en el acuerdo de compensación― y los agustinos han indemnizado a ambas.
“El Dicasterio de la Doctrina de la Fe, que ha recibido el expediente con nuestra investigación previa, ha decidido no levantar la prescripción del delito en atención al tiempo transcurrido y a la edad del acusado [81 años en julio] y decreta el archivo del caso. Al mismo tiempo se insta al superior a adoptar medidas de vigilancia y prudencia. Esta resolución supone la conclusión del procedimiento sancionador en el ámbito canónico. No obstante, reiteramos nuestra disposición a contribuir como Orden a la reparación del daño, al reconocimiento de la verdad de los hechos y a la reparación económica”, se puede leer en un documento de la orden fechado 13 de septiembre de 2024 y firmado por Carlos Alonso García, coordinador del secretario de protección de menores.
En muchos otros casos, la edad no ha sido impedimento para abrir un proceso canónico, juzgar al cura y castigarlo. A la víctima, en este caso, se le dejó caer que una de las razones por las que se archivó la causa fue que no hubiera más víctimas. El vicario provincial, Tomás Marcos Martínez, que llevó la instrucción, preguntado por este periódico por el motivo por el qué, pese a haber admitido y reconocido los abusos, no se ha castigado al padre Ángel, contesta: “En cierta manera sí se ha hecho, tiene limitada su actividad, ejerce simplemente como ayudante en la parroquia y nunca con menores”. También afirma que la orden “nunca tuvo constancia” de otros casos anteriormente. Sobre qué explicación le dio el sacerdote acerca de los abusos dice que es “información que no puede facilitar”.
Juan denunció los abusos en la web de agustinos a finales de 2022 (no recibió respuesta en el apartado “contacta con”), también ante el defensor del pueblo (en mayo de 2023) donde se le indicó la posibilidad de contactar a su vez con Eshmá (organismo que hace de intermediación con la iglesia y las víctimas de abusos), a la que escribe en junio de 2023 denunciando los abusos. Ese mismo verano, con los hechos delictivos puestos en conocimiento de la orden, el padre Ángel se fue de jefe de expedición del campamento.
En septiembre de 2023 empieza la instrucción del caso a mano del vicario provincial. La firma del acuerdo de reparación es del 31 de marzo de 2025. “Aunque no ha habido proceso ni sentencia, damos credibilidad a la denuncia de abusos sexuales contra el P. Ángel Escapa Arenillas”, se lee en el documento al que ha tenido acceso este periódico. El acuerdo de compensación se ha cerrado en 20.000 euros menos de lo que se firmó en el preacuerdo de julio de 2024, y es una cuantía muy inferior a la que recomienda el papa Francisco, que declaró que 50.000 euros “es una cantidad demasiado baja para víctimas de pederastia”.
La cantidad fue solicitada, reclamada y evaluada por Eshmá, la que informó a las víctimas de que les correspondía una indemnización económica. Esa diferencia tan grande, según Marcos Martínez, se debe a que, en una negociación, “todas las partes ceden” y añade que se ha tenido en cuenta también “la comparación con otros casos y la baremación que hace la Conferencia Episcopal según la cualidad de los abusos”. A este respecto la víctima indica que no hubo negociación: “Esa era la cantidad que ellos estaban dispuestos a pagar y la acepté para terminar con un proceso que me ha revictimizado. La indemnización no era una necesidad ni un objetivo para mí”.
Este es el relato de la víctima, que ahora tiene en torno a los 60 años. “El padre Ángel era un monstruo, un depredador que se aprovechó de mi debilidad”, cuenta Juan, que fue estudiante del colegio y jugador del equipo de balonmano fundado por el cura. “Yo era muy pequeño y él era amigo personal de la familia, llegó a ser mentor nuestro. Creía que me estaba ayudando en mi formación y protegiendo a nivel personal como mentor que era. Pero, del abrazo de protección pasó al abrazo lascivo, a los tocamientos... No fui capaz de contárselo a mi familia”, confiesa sentado en una cafetería de un hotel en Alicante.
“Los abusos empezaron en su habitación, luego pasaron a su despacho y al vestuario de balonmano, más adelante ya usaba cualquier rincón del colegio para arrimarse. Empezaba con abrazos, besos en las mejillas, me levantaba la camiseta, me acariciaba. Se llevaba mi mano a sus genitales. Le gustaba sentarme en sus rodillas, besarme y tocarme. Me tenía desnudo totalmente”, detalla.

Juan nunca se lo contó a nadie. Primero por no ser consciente, a esa edad, de lo que estaba sufriendo eran abusos sexuales. Segundo porque, ya mayor, dice que no quería revivir un pasado amargo y doloroso. “Lo llevé en silencio”. La caja de pandora se abrió en 2021. El 25 de junio de ese año Juan envió al padre Ángel un correo electrónico titulado El pasado siempre vuelve. “Mi cerebro tiene dos cajas de recuerdos a buen recaudo en los sótanos más profundos de mi memoria y no permite que nada salga para hacerme la vida más tranquila [...]. Con el paso del tiempo me di cuenta de la situación vivida. ¿Sabe usted lo difícil que es para un crío...? Califique usted su propia actitud. Váyase de Alicante y pida que le quiten la calle a su nombre”, se lee en una copia a la que ha tenido acceso este periódico. Juan nunca recibió respuesta. Le volvió a escribir el 12 de julio ―”tan locuaz para adoctrinar en valores y tan callado para juzgar sus propias miserias”―, tampoco obtuvo respuesta.
“De haberme llamado para pedirme perdón tras recibir el correo, me hubiera valido. No lo hizo”, afirma la víctima. Pocos días después de aquel correo, el padre Ángel presentó su renuncia a la dirección del colegio ante la orden. Según asegura el vicario provincial a este periódico, alegó que “estaba cansado” de la situación vivida después de la covid, “de la cantidad de medidas que hubo que tomar y de lo encima que tenía que estar de todo para que no hubiera contagios”. Y añade: “Como ya tenía una cierta edad [77] y nosotros estábamos pensando en una sustitución, todo nos encajó”. Sólo cuando la orden recibió la denuncia de Juan ató los cabos.
El padre Ángel, según un escrito enviado a la víctima, ejerce de colaborador “aunque sin un oficio pastoral” y tiene impuestas unas medidas que “no le permiten realizar actividades destinadas a menores, tales como llevar grupos de catequesis, actividades en colegios, participar en campamentos u otras actividades de ocio, clubes deportivos y tiempo libre que impliquen un contacto habitual con menores”. Asimismo, según explica el vicario provincial, “el superior de Bellavista tiene esta información para garantizar el cumplimiento de las medidas y es algo que también hemos hablado con el padre Ángel”.
En una reunión que el vicario provincial mantuvo con la víctima en Guadarrama, se le transmitió que el padre Ángel se defendió diciendo que “no habían entendido sus muestras de cariño”. Asimismo, y siempre según la víctima, el vicario también afirmó que “hay que entender que a lo mejor es una enfermedad”. Y, sobre el reconocimiento del COE: “Igual que a Polanski se le reconoce su labor cinematográfica pese a haber violado una niña, pues al padre Ángel lo mismo con su legado deportivo”. Marcos Martínez asegura a este periódico que se intentó separar las dos cosas. “Por un lado el legado positivo del padre Ángel, que era una cosa que había que mantener; y por otro, los abusos y los hechos denunciados, que sí que era algo que había que castigar, reparar, indemnizar y prevenir”.
Contactado por este periódico sobre los abusos sexuales que la orden reconoce que cometió él, el padre Ángel ha contestado pidiendo que se contacte con la responsable de prensa. “Prefiero que sea ella la que haga declaraciones”. La responsable de comunicación ha respondido así: “No puedo contestar sobre las explicaciones que dio el padre Ángel porque no tengo esa información”. Sobre por qué el cura no ha perdido perdón a las víctimas, asegura: “La petición de perdón institucional de los agustinos en representación del padre Ángel ha quedado recogida por escrito. El padre Ángel ha mostrado disponibilidad para encontrarse con las víctimas y pedirles perdón, pero ellos han preferido no hacerlo de momento. El proceso de reparación y restauración es lento y se respetan las necesidades de las víctimas”. Una de ellas asegura a este periódico que pidió un careo con el padre Ángel durante la instrucción y la orden se lo negó.
La abogada que representa a la víctima envió al Ayuntamiento de Alicante (PP) en agosto de 2024 una solicitud para que se cambie el nombre de la avenida dedicada al padre Ángel. Adjuntó la documentación —sin identificar a los denunciantes por respeto a la intimidad— indicando que la orden pidió perdón por los abusos. Desde la concejalía de estadística contestaron, según unos documentos consultados por este periódico, que no se podía tomar una medida como la solicitada por ser una “denuncia anónima”, por ser la calle “dedicada a una persona física y no al colegio” [lugar donde se cometieron los abusos], por respetar “la presunción de inocencia al no existir resolución judicial”. Los delitos han prescrito.

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